Sunday, April 16, 2006

Hacienda Araucano Sauvignon Blanc

Primera vez que pruebo un vino de esta viña colchagüina perteneciente a los franceses Jacques & François Lurton. Y no es precisamente lo más renombrado de su Hacienda Araucano. De hecho, si no me lo hubiesen regalado, probablemente nunca habría gastado los aproximadamente $4.000 que cuesta este Sauvignon Blanc, más aún considerando que sus uvas provienen del Valle Central, y no de algún otro valle renombrado por la calidad de sus blancos, como Casablanca, Leyda o el ultra famoso por estos días San Antonio.
No. Sus uvas son de Colchagua, y aunque este valle no sea especialmente reconocido por sus blancos, conviene tener en mente que los viñedos se encuentran emplazados cerca del pueblo de Lolol, localidad que ha demostrado marcadas diferencias en cuanto a su microclima y aptitud vitivinícola (ya se está hablando de "terroir"), en comparación con el resto del valle.
Y es precisamente lo que se encuentra en este sauvignon. Una marcada diferencia con sus homólogos de la zona. Partiendo por su tonalidades verdosas que denotan juventud y buen estado de conservación en botella. No podía ser de otra forma si observamos que ésta se encuentra debidamente protegida con un corcho sintético. Como lo demuestran exitosas experiencias de numerosas viñas chilenas, este tipo de corcho ha mostrado ser altamente efectivo para conservar las cualidades físicas, químicas y degustativas, sobre todo en los vinos varietales jóvenes que se encuentran listos para ser consumidos, como es este caso. Quizá el único inconveniente que todavía permanece es su elevada fuerza de extracción, esto es, lo difícil que puede llegar a ser a veces descorchar un tapón sintético dado su gran "apriete" en el gollete, debido a una expansión casi inelástica del elastómero.
Pero sigamos con el vino. Lo primero, y quizá más impresionante, es su marcada nariz cítrica, que confirma la frescura y frutosidad que pueden esperarse debido a la juventud de su cosecha y a su color amarillo verdoso. Ahora, un efecto notable lo constituye el apreciar la viscosidad de este vino, que nos indica en contraste que no es otro blanco liviano más, sino que uno que ha desarrollado cuerpo y volumen gracias a un balanceado contenido alcohólico y fenólico. Se pueden observar en la copa, gruesas lágrimas que al caer, van trazando lentamente unas piernas delineadas en forma muy definida por el contenido de glicerol. Grata sorpresa.
Finalmente en boca, no decepciona. Desarrolla volumen y cuerpo de peso, equilibrado y agradable, sin ser pesado o empalagoso. Retrogusto medio a largo. Vino sin defectos, hecho con esmero, sin recetas pretenciosas, y conservado en forma muy adecuada.

Buen vino. Me gustó, aunque todavía lo encuentro un poco caro. Posted by Picasa

Wednesday, April 12, 2006

La geisha que llevo dentro

Qué hay de malo en ser geisha?
Por definición, ellas son artistas del placer. Dejando de lado la prostitución, el real sentido de haber sido educadas en este oficio es brindar gozo y entretención a sus compañeros.
Con ese objetivo en mente, recibían clases de danza, canto, instrumentos musicales, lecturas y conversación.
Convirtieron en poderosa arma de conquista la habilidad de sostener interesantes e ingeniosas charlas, demostrando que el arte del encanto femenino no sólo radica en la belleza apreciable a través de los ojos, sino que también en aquella exhibida por la mente y el espíritu.
Sí, cuidaban de la armonía estética. Vaya que sí lo hacían luciendo bellos kimonos, delicados maquillajes, complicados peinados, exquisitos perfumes, cuidados movimientos, armoniosos gestos.
La expresión corporal tenía como fundamento el arte de la sugestión, la leve insinuación, coqueta, tierna, seductora, aparentemente inocente pero altamente eficaz. Jamás una sexualidad explícita o grosera. Todo era parte de una danza semejante a un ritual, desde la ceremonia del té hasta un eventual - no obligatorio - encuentro amoroso.

La sabiduría oriental, asombrosamente sofisticada y sutil, revela a este personaje como un ser de contrastes, que se muestra poderoso pero a la vez frágil, delicado pero fuerte, arraigado en lo profundo de su cultura pero siempre envuelto en un halo de misterio.

El dilema contemporáneo que plantea la lucha por la igualdad de géneros ha hecho que muchas mujeres renieguen de la esencia femenina, aquella que nos inclina a complacer a nuestro compañero, como si el simple hecho de demostrarle afecto o amor a través de pequeños grandes detalles - dependiendo del ámbito de la relación -, nos degradara y rebajara a la categoría de empleadas o sirvientas cumpliendo con el rol tradicional que nos ha impuesto la sociedad machista en nuestro país.
Claro que este temor se ve altamente justificado por todos aquellos ejemplares masculinos que no saben apreciar lo delicado de estas atenciones, sino que lo ven sólo como la más elemental prerrogativa de su género.

Yo no reniego de mi naturaleza.
Quiero trabajar, usar mis neuronas y profitar de un título que me gané con esfuerzo, interés y motivación. Ganar la tan anhelada independencia económica, el reconocimiento profesional, la sana autoestima.
Pero también quiero gozar del placer de entregar placer.
De vez en cuando, me encanta ser geisha. Posted by Picasa
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