Wednesday, March 29, 2006

La marcha de los pingüinos

Anoche soñé con pinguinos. Hacía tiempo, mucho tiempo, que no me pasaba esto de soñar con una película de lo tanto que me había gustado.
Arrastrada por la onda publicitaria que ha elevado hasta la categoría de fenómeno a este documental de la National Geographic, ayer vi esta joyita.
De hecho ahora estoy escribiendo mientras escucho fragmentos de la banda sonora que acompaña la historia de estos seres. Y no puedo dejar de sentir alguna reminiscencia al trabajo de Luc Besson en "Azul Profundo". Creo que es quien mejor ha logrado sonorizar la sensación de azul, de inmensidad, de comunión con el agua, con la naturaleza.
Y comentar lo acertado de la elección de la voz de Morgan Freeman, quien le imprime al relato un sello tan dramático y conmovedor como las imágenes de estos pajarracos caminando con el mismo paso de un hombre alto y voluminoso, que va seguido muy de cerca por su retoño.
Quizá lo que más me impactó fue lo humano de sus actitudes, quizás mucho más humanas que nosotros mismos, los supuestos humanos. Alguien dirá que es el instinto lo que los guía a través de esa larga travesía que emprenden para reproducirse, pero ese mismo alguien dudará de sus dichos sólo al ver cómo se corteja y enamora esta especie.
Sólo un francés podría reparar y captar la sofisticada belleza que acompaña este ritual, sus poses delicadas, sus caricias sutiles, la ternura de sus movimientos, la pureza de los colores y de los gestos.
Y, cómo olvidarlo, el notable intercambio entre los tradicionales roles paterno y materno entre la hembra y el macho. Es el macho quien empolla el huevo, defendiéndolo del crudísimo invierno polar, hasta el momento en que el bebe pingüino quiebra el cascarón debajo de su panza-refugio, mientras la madre se encuentra muy lejos buscando alimento. Lo primero que ve el recién salido es la cara de su padre...
Cómo olvidar el dolor de una madre-pingüino que pierde a su polluelo, cómo se transtorna al punto de llegar a intentar robarle el hijo a otra madre...

En un mundo donde tiene connotaciones tan negativas para un ser humano el dejarse llevar por los instintos, porque nos rebajaría a la categoría de animales, yo me pregunto si no habría algo que aprender de los instintos animales que guían a la unión motivada por el amor y cuidado a la nueva vida por nacer, y a la protección de aquellos pequeños indefensos que están recién abriendo sus ojos al milagro de existir. Posted by Picasa

Saturday, March 25, 2006

Salvemos el Futa

Tengo una rabia sorda y una pena gigante.
Y muuuuuucha impotencia.
Futaleufú peligra.

Hace pocas semanas se ha renovado la polémica sobre la construcción de centrales hidroeléctricas, como una forma de hacer frente a la crisis energética que nos amenaza este invierno, luego de preveerse un año de sequía dado el inminente fenómeno de La Niña, sumado al ya anunciado recorte en el suministro de gas desde Argentina.

OK. Esa es la parte técnica.
Lo que yo me pregunto es hasta cuándo amenazamos con la extinción a nuestros más preciados recursos naturales - con el evidente beneplácito de las empresas energéticas, sus inversionistas y accionistas (no todos)-, sólo por negarnos a explorar reales alternativas sustentables en el largo plazo, que se condigan con la condición de "país desarrollado" de la que tanto nos gusta jactarnos, o a la que aspiramos, más bien.

O será necesario que recibamos visitas ilustres con impacto mediático, de esos que llaman la atención de las masas - las mismas que colaboran con su preciado voto en tiempos electorales -, para que el Estado empiece a considerar en forma seria respetar nuestro derecho a legar en forma intacta el maravilloso patrimonio natural de nuestra nación a nuestros hijos y nietos?
Será necesario que alguien más venga a decirnos lo que ya deberíamos saber hace rato?

Hace 6 años tuve la oportunidad de conocer este rincón de impactante y enmudecedora belleza, y gracias a unos extranjeros - que a poco andar se transformaron en mi tribu, en mis amigos, en mis hermanos - me enamoré perdidamente de este lugar, igual que ellos. Allí me encontré, me perdí, me volví a encontrar.
Siempre con ese Río Grande velando por mí, día y noche. El que me saludaba cada mañana con el mismo pájaro como despertador infalible sobre mi carpa.
Un tempranísimo amanecer, brisa helada, ruido de lluvia - el río a mis pies -, y ovejas alrededor. Picos nevados observándose a lo lejos - las inolvidables tres monjas -, y el agua esperándote para una nueva cabalgata sobre sus rápidos. Uf, tanto que decir sobre este lugar mágico.

En mi primer viaje conocí a gente que ya estaba preocupada, levantando voces de alarma, para que no le fuera a pasar a nuestro río lo mismo que le pasó al Bío-Bío, cuya exhuberante belleza quedó para siempre innundada por los millones de kilowatts de Ralco. FutaFriends ya estaba tratando de crear conciencia para que no perdiéramos el "Futa", para que no nos robaran nuestro sueño.

Dije bien, NUESTRO SUEÑO.
Es el sueño de todos los que pertenecemos a este pedazo de tierra llamado Chile. Es mío, es tuyo y tuyo y tuyo también. Es de todos, pero lamentablemente pareciera que está muy lejos, y que debido a eso, a la mayoría no le importa.
No los culpo, nadie puede preocuparse por algo que no conoce. Si no se conoce, no puede ser amado. Eso es algo que también hay que resolver; no creo lógico que la Patagonia sea más conocida - y por ello más apreciada - por extranjeros que por los propios chilenos.

La Patagonia es nuestra. El Futa es nuestro.
Lo siento tan mío que me duele. Y a todos nos va a doler si lo perdemos.
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