Wednesday, April 12, 2006

La geisha que llevo dentro

Qué hay de malo en ser geisha?
Por definición, ellas son artistas del placer. Dejando de lado la prostitución, el real sentido de haber sido educadas en este oficio es brindar gozo y entretención a sus compañeros.
Con ese objetivo en mente, recibían clases de danza, canto, instrumentos musicales, lecturas y conversación.
Convirtieron en poderosa arma de conquista la habilidad de sostener interesantes e ingeniosas charlas, demostrando que el arte del encanto femenino no sólo radica en la belleza apreciable a través de los ojos, sino que también en aquella exhibida por la mente y el espíritu.
Sí, cuidaban de la armonía estética. Vaya que sí lo hacían luciendo bellos kimonos, delicados maquillajes, complicados peinados, exquisitos perfumes, cuidados movimientos, armoniosos gestos.
La expresión corporal tenía como fundamento el arte de la sugestión, la leve insinuación, coqueta, tierna, seductora, aparentemente inocente pero altamente eficaz. Jamás una sexualidad explícita o grosera. Todo era parte de una danza semejante a un ritual, desde la ceremonia del té hasta un eventual - no obligatorio - encuentro amoroso.

La sabiduría oriental, asombrosamente sofisticada y sutil, revela a este personaje como un ser de contrastes, que se muestra poderoso pero a la vez frágil, delicado pero fuerte, arraigado en lo profundo de su cultura pero siempre envuelto en un halo de misterio.

El dilema contemporáneo que plantea la lucha por la igualdad de géneros ha hecho que muchas mujeres renieguen de la esencia femenina, aquella que nos inclina a complacer a nuestro compañero, como si el simple hecho de demostrarle afecto o amor a través de pequeños grandes detalles - dependiendo del ámbito de la relación -, nos degradara y rebajara a la categoría de empleadas o sirvientas cumpliendo con el rol tradicional que nos ha impuesto la sociedad machista en nuestro país.
Claro que este temor se ve altamente justificado por todos aquellos ejemplares masculinos que no saben apreciar lo delicado de estas atenciones, sino que lo ven sólo como la más elemental prerrogativa de su género.

Yo no reniego de mi naturaleza.
Quiero trabajar, usar mis neuronas y profitar de un título que me gané con esfuerzo, interés y motivación. Ganar la tan anhelada independencia económica, el reconocimiento profesional, la sana autoestima.
Pero también quiero gozar del placer de entregar placer.
De vez en cuando, me encanta ser geisha. Posted by Picasa

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