Hacienda Araucano Sauvignon Blanc
Primera vez que pruebo un vino de esta viña colchagüina perteneciente a los franceses Jacques & François Lurton. Y no es precisamente lo más renombrado de su Hacienda Araucano. De hecho, si no me lo hubiesen regalado, probablemente nunca habría gastado los aproximadamente $4.000 que cuesta este Sauvignon Blanc, más aún considerando que sus uvas provienen del Valle Central, y no de algún otro valle renombrado por la calidad de sus blancos, como Casablanca, Leyda o el ultra famoso por estos días San Antonio.
No. Sus uvas son de Colchagua, y aunque este valle no sea especialmente reconocido por sus blancos, conviene tener en mente que los viñedos se encuentran emplazados cerca del pueblo de Lolol, localidad que ha demostrado marcadas diferencias en cuanto a su microclima y aptitud vitivinícola (ya se está hablando de "terroir"), en comparación con el resto del valle.
Y es precisamente lo que se encuentra en este sauvignon. Una marcada diferencia con sus homólogos de la zona. Partiendo por su tonalidades verdosas que denotan juventud y buen estado de conservación en botella. No podía ser de otra forma si observamos que ésta se encuentra debidamente protegida con un corcho sintético. Como lo demuestran exitosas experiencias de numerosas viñas chilenas, este tipo de corcho ha mostrado ser altamente efectivo para conservar las cualidades físicas, químicas y degustativas, sobre todo en los vinos varietales jóvenes que se encuentran listos para ser consumidos, como es este caso. Quizá el único inconveniente que todavía permanece es su elevada fuerza de extracción, esto es, lo difícil que puede llegar a ser a veces descorchar un tapón sintético dado su gran "apriete" en el gollete, debido a una expansión casi inelástica del elastómero.
Pero sigamos con el vino. Lo primero, y quizá más impresionante, es su marcada nariz cítrica, que confirma la frescura y frutosidad que pueden esperarse debido a la juventud de su cosecha y a su color amarillo verdoso. Ahora, un efecto notable lo constituye el apreciar la viscosidad de este vino, que nos indica en contraste que no es otro blanco liviano más, sino que uno que ha desarrollado cuerpo y volumen gracias a un balanceado contenido alcohólico y fenólico. Se pueden observar en la copa, gruesas lágrimas que al caer, van trazando lentamente unas piernas delineadas en forma muy definida por el contenido de glicerol. Grata sorpresa.
Finalmente en boca, no decepciona. Desarrolla volumen y cuerpo de peso, equilibrado y agradable, sin ser pesado o empalagoso. Retrogusto medio a largo. Vino sin defectos, hecho con esmero, sin recetas pretenciosas, y conservado en forma muy adecuada.
Buen vino. Me gustó, aunque todavía lo encuentro un poco caro.
No. Sus uvas son de Colchagua, y aunque este valle no sea especialmente reconocido por sus blancos, conviene tener en mente que los viñedos se encuentran emplazados cerca del pueblo de Lolol, localidad que ha demostrado marcadas diferencias en cuanto a su microclima y aptitud vitivinícola (ya se está hablando de "terroir"), en comparación con el resto del valle.
Y es precisamente lo que se encuentra en este sauvignon. Una marcada diferencia con sus homólogos de la zona. Partiendo por su tonalidades verdosas que denotan juventud y buen estado de conservación en botella. No podía ser de otra forma si observamos que ésta se encuentra debidamente protegida con un corcho sintético. Como lo demuestran exitosas experiencias de numerosas viñas chilenas, este tipo de corcho ha mostrado ser altamente efectivo para conservar las cualidades físicas, químicas y degustativas, sobre todo en los vinos varietales jóvenes que se encuentran listos para ser consumidos, como es este caso. Quizá el único inconveniente que todavía permanece es su elevada fuerza de extracción, esto es, lo difícil que puede llegar a ser a veces descorchar un tapón sintético dado su gran "apriete" en el gollete, debido a una expansión casi inelástica del elastómero.
Pero sigamos con el vino. Lo primero, y quizá más impresionante, es su marcada nariz cítrica, que confirma la frescura y frutosidad que pueden esperarse debido a la juventud de su cosecha y a su color amarillo verdoso. Ahora, un efecto notable lo constituye el apreciar la viscosidad de este vino, que nos indica en contraste que no es otro blanco liviano más, sino que uno que ha desarrollado cuerpo y volumen gracias a un balanceado contenido alcohólico y fenólico. Se pueden observar en la copa, gruesas lágrimas que al caer, van trazando lentamente unas piernas delineadas en forma muy definida por el contenido de glicerol. Grata sorpresa.
Finalmente en boca, no decepciona. Desarrolla volumen y cuerpo de peso, equilibrado y agradable, sin ser pesado o empalagoso. Retrogusto medio a largo. Vino sin defectos, hecho con esmero, sin recetas pretenciosas, y conservado en forma muy adecuada.
Buen vino. Me gustó, aunque todavía lo encuentro un poco caro.